Hay indicios de la práctica del submarinismo en la prehistoria en los grandes yacimientos de conchas de moluscos (muchos de los cuales viven varios metros por debajo de la superficie del mar) que se han encontrado en el Báltico y en las costas de Portugal. Esto prueba que el hombre primitivo, salvo que esperara las grandes bajamares para juntarlos, se veía obligado a bucear hasta los lugares en que estaban enclavados. Las tribus de la Polinesia también practican el buceo desde tiempos inmemoriales. Estas tribus usaban unas primitivas pero prácticas lentes submarinas, formadas por un armazón de madera sosteniendo una lámina transparente de carey u otra caparazón de tortuga marina.
Entre los pueblos de la Antigüedad, las primeras noticias que se tienen de la práctica de la inmersión son del año 168 A.C., cuando se utilizaron buzos para recuperar el tesoro que Perseo, último rey de Macedonia (Grecia), lanzara al mar los tesoros de su palacio. En los "Problemas" de Aristóteles se mencionan dos tipos de aparatos de inmersión. Uno de ellos es la "lebeta", un antecedente de la campana de buzo, que consiste en un gran recipiente metálico que se coloca invertido en el agua, lo que permite aprisionar en su interior el volumen de aire que su capacidad admita. Uno o más buzos se acomodan en su interior, desde donde realizan salidas al fondo del mar. El otro instrumento mencionado es un tubo respirador muy parecido al actual snorkel.
Aunque la Edad Media vivió de espaldas al mar, es en esta época tan poco marinera donde se encuentra al extraordinario buceador Nicolás, conocido como "el pez", y cuyas proezas submarinas fueron inmortalizadas por Federico Schiller en su balada del "Buceador", y como personaje del "Quijote" de Cervantes con el nombre de "Peje Nicolao".
En el Renacimiento, el polifacético genio Leonardo da Vinci diseñó un par de aparatos de buceo. El primero consistía en un simple tubo, similar al actual snorkel. Otro diseño muestra un casco completo con antiparras y un tubo respiratorio en una especie de capuchón con púas, que hacían de defensa natural contra posibles depredadores. Una variante representa un voluminoso recipiente de aire sobre el pecho del buzo conectado a una máscara que le cubre parte del rostro. El más perfecto de sus diseños consiste en un traje completo de buzo, clasificado por otros autores como "equipo que cubre todas las necesidades vitales y las exigencias especiales que un hombre puede necesitar bajo el agua".
En 1860, un oficial de marina francés, Auguste Denayrouze, y un ingeniero de minas, Benedict Rouquayrol, se unieron para construir un aparato mas ligero que la escafandra de buzo, que consistía en un depósito metálico que contenía aire a 30 o 40 atmósferas de presión, con un regulador elemental y una manguera que suministraba aire desde la superficie y que se podía desconectar por breves periodos de tiempo mientras el buceador seguía respirando de la reserva de su depósito. Le darían el nombre de "Aeróforo". Este aparato no llegó a utilizarse masivamente ya que permitía escasa autonomía y no disponía de un sistema de visión adecuado. Henry Fleuss desarrolló en 1879 un equipo de buceo que funcionaba con unas mezclas de 50% a 60% de oxígeno. La primera inmersión duró una hora y tras el éxito de la misma convenció a Siebe Gorman and Co., de Londres, para que fabricara su equipo.
La posterior evolución de la campana se debe a Augustus Siebe -a quien algunos nombran el "Padre del Buceo Moderno"-, que reduciría su tamaño hasta convertirla en un casco que recibía aire de una bomba desde la superficie. El mismo Siebe, en 1837, le añadiría un traje impermeable que dejaba "en seco" el cuerpo del buzo, y a la que llamó escafandra. Así nació el equipo de buzo clásico, que con algunas modificaciones ha llegado hasta nuestros dias.
En la década del 30 se crean elementos fundamentales para el desarrollo del buceo moderno como las aletas o patas de rana (1935), el tubo respirador (1938) y la máscara que abarca ojos y nariz, patentada en 1938. En 1933 un investigador francés, Le Prier, patenta la escafandra que proporciona al buceador una autonomía real, gracias a la botella con aire a alta presión (150 atmósferas), y una buena visión, con el empleo de una máscara facial. Pero este aparato no disponía de un sistema de control del consumo, lo que limitaba mucho su autonomía.
En 1943, el equipo formado por el Teniente de Navío francés Jacques-Yves Cousteau, el ingeniero Emile Gagnan, y un joven deportista Frédéric Dumas probarían en aguas de la Costa Azul un aparato que habría de convertirse en aquel con el que tantas generaciones habían soñado. Se trataba de la escafandra autónoma, cuyo elemento fundamental era un regulador que suministraba al buceador aire a presión ambiente, que se encontraba comprimido a gran presión en una botella.
La historia del buceo en Puerto Madryn se remonta a 1956, con la llegada de Jules Rossi. Considerado como uno de los pioneros del deporte subacuático en el campo internacional, experimentado hombre rana con riesgosas actuaciones durante la segunda guerra mundial a las órdenes de Jacques Ives Cousteau, de la marina de guerra francesa, se trasladó a Buenos Aires con su esposa e hijo y trabó relación con quienes poco después pasarían a ser sus alumnos de buceo. Instaló después en el barrio de La Boca una fábrica donde se conocieron las primeras aletas, máscaras, snorkels, fusiles y trajes de goma de fabricación argentina.
Corría 1956 cuando Jules Rossi. en la intuición de que nuestro país contaba con costas similares de su natal Marsella, propicias para el buceo, se lanzó a recorrer la costa atlántica hacia el sur, arribando a los golfos Nuevo y San José. Con su atuendo de submarinista apareció ante los ojos de los madrynenses como un ser de otro planeta. En 1957, el arribo a Madryn del buque de la Armada Argentina "Murature"; resultó un factor clave en el desarrollo de las actividades subacuáticas. El pasaje a bordo arriba al Golfo Nuevo a practicar el nuevo deporte, el buceo, cuya difusión alcanzaba a todo el mundo. Buzos tácticos de la Armada, el famoso arquitecto Germán Frers, forman parte del grupo,junto a Chiche Speroni, Boby Helguera, y el comandante del buque, el Capitán Porretti. Jóvenes madrynenses se suman a las aventuras submarinas: Cachi Meani, Moro Patané, Catín Pérez, Cacho Comes, Negro Giménez, Malevo Medina. En el año 1958 nace la primera institución dedicada al buceo, llamada Club de Buceo Puerto Madryn. El mecánico Juan Meisen Ebene copia el equipo autónomo de circuito Pirelli y se comienzan a sumergir con equipos caseros. Meisen Ebene también fabricó los fusiles con banda de goma, con los que comienzan los torneos de caza submarina.